La ciencia de contar historias de Will Storr
He de decir que esta lectura no solo me ha ayudado a escribir mis propias historias, también para abordar el storytelling junto a mis alumnos. El libro La ciencia de contar historias de Will Storr parte de la idea de que todas las personas están preparadas para narrar: "Todos narramos indirectamente. Vivimos nuestras vidas cotidianas como una narración. Nuestro cerebro crea un mundo en el que podamos y vivir y lo puebla de aliados y villanos. Esta narración es natural, casi como respirar".
El punto de partida es el personaje
Will Storr es partidario de no poner el foco en la trama, sino en el personaje. Lo que suscita realmente interés son las personas, no los acontecimientos.
Cómo comenzar una narración
En el inicio de la historia debe existir un cambio. Este cambio activa el cerebro. Puede venir a partir de un incidente inesperado y, sobre todo, debe generar curiosidad. Un narrador debe generar instantes de cambio y cómo alguien reacciona ante él. En definitiva, se trata de despertar emociones desde el comienzo. Algunos ejemplos son:
¿Adónde va papá con el hacha?
E. B. White. La telaraña de Carlota.
Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé.
A. Camus. El extranjero.
Cuando ese cambio cobra importancia y obliga a reaccionar, comienza la historia.
Generar curiosidad
La generación de curiosidad consiste en mostrar elementos sin llegar a desvelar el misterio. Cuanta más información recibimos sobre el contexto de un misterio, mayor es nuestra necesidad de resolverlo. Esta curiosidad se puede generar de la siguiente forma:
Planteamiento de un acertijo o enigma.
Exposición a una secuencia de acontecimiento cuya resolución se desconoce, pero que puede anticiparse.
La vulneración de las expectativas que desencadena en la búsqueda de una explicación. Esas expectativas de generan mediante pistas falsas.
Saber que alguien posee la información
¿Cómo escribir?
Es importante el orden de las palabras. Hay que seguir el orden sintáctico natural, utilizando mejor la voz activa y generando imágenes ordenadas. Esto contribuye a facilitar la lectura y la inmersión en el contenido. Además:
Precisión de las descripciones. Hay que mostrar tres cualidades específicas de cualquier objetivo. Es necesario mostrar antes que contar. Por ejemplo, no cuentes lo terrible, descríbelo para que sintamos terror.
El lector debe experimentar. Evoca a los sentidos y activa las redes neuronales. Un ejemplo de esto lo encontramos en la descripción de calles de Patrick Suskind en El perfume. La creación de mundos debe estar plagada de detalles para que podamos sentirnos en ese mundo. Eso sí, deben ser detalles seleccionados, no todo, sino lo que pueda llamar la atención y ser relevante. Nuestra mente es capaz de proyectar y comprender la mente de los otros, esto nos equipa para la narración, podemos proyectar comportamientos, es algo que aprendemos a los cuatro años.
Situaciones cómicas. La proyección del pensamiento de otros es equivocada frecuentemente y de estos errores surgen conflictos y situaciones cómicas.
Contar una infidelidad pensando que nos perdonarán.
"Démonos un tiempo" pensando que la reacción será mejor que si decimos que dejamos a la otra persona..
Es importante jugar con el pensamiento asociativo, es decir, sucesos, recuerdos, experiencias. Para ello es importante el uso de metáforas y símiles porque llaman la atención y crean estados de ánimo.
"No había viento más cortante que él mismo". Charles Dickens
En este sentido, es importante prever las conexiones cebrebrales: causa-efecto. Las realiza el cerebro incluso cuando sean inexistentes.
Con un solo cambio no basta. Sentimos curiosidad infinita. ¿En qué están pensando los otros? ¿Qué están tramando? ¿A quién amar? ¿A quién odiar? ¿Qué secretos guardan? ¿Qué les importa?
Defectos en los personajes para empatizar con ellos. El personaje al comienzo vive en un estado de ingenuidad, hay unas creencias generadas por nuestro cerebro, no es directamente la realidad.
Según Campbell "solo se puede describir verdaderamente a un ser humano a través de sus imperfecciones".
Posibles personalidades de los protagonistas
Existen cinco categorías de personalidad
- Extrovertidos: se emocionan y acaparan la atención.
- Neuróticos: son ansiosos, inseguros, proclives a la depresión, ira, baja autoestima.
- Curiosos: con inclinaciones artísticas, emotivos, apasionados por las novedades de la vida.
- Desagradables: competitivos y agresivos.
- Meticulosos: orden, disciplina, valoran el trabajo duro, el deber y la jerarquía.
Las reacciones ante los cambios son distintas según la personalidad. También hay cambios en pensamientos, diálogos, conductas sociales, deseos y tristezas. Por ejemplo, las mujeres suelen ser más amables que los hombres.
Personalidad y punto de vista
Encontrarse con una mente totalmente diferente a la nuestra. genera interés en la narración. Desde la primera página, sorprendernos con una mente y una vida con defectos, fascitante, concreta y real es un foco de atracción para el lector.
Cultura y carácter
Hay que tener en cuenta el público que nos va a leer y su cultura. En occidente, hay un mayor individualismo. En oriente, mayor cultura del esfuerzo colectivo. Esto desemboca en narrativas distintas. La estructura narrativa japonesa se aleja de nuestra estuctura de planteamiento, nudo y desenlace y lo hace de la siguiente forma:
- ki: primer acto. Se presenta a los personajes.
- Sho: segundo acto. Se desarrolla la acción.
- Ten: tercer acto. Giro sorprendente.
- Ketsu: cuarto acto. Final abierto que invita a buscar armonía y el e equilibrio entre todo lo narrado anteriormente.
No hay un final, ya que en la vida real no existen respuestas sencillas y claras a los acontecimientos.
La narrativa del héroe: idealismos, moral y personajes antagonistas
Para avanzar en una trama, es necesario pensar en la historia detrás de cada acto de un personaje. Hasta los asesinos y maltratadores piensan que hay una justificación moral detrás de sus conductas y, a menudo, se consideran a sí mismos como víctimas. En la historia, Stalin, Hitler o Putin se creen con la razón. Esa perspectiva del antagonista que se cree con la razón puede ser apasionante.
Sin embargo, es el héroe el que suele centrar los argumentos porque el lector se pone de su parte. En David contra Goliat, la mayoría se pone de parte de David, el desafío que sufre el protagonista se convierte en un desafío para el lector. Todo se pone en su contra y se gana al público.
En definitiva, los hechos se hacen interesantes en función de cómo afectan al protagonista.
En James Bond hay tiroteos, persecuciones, explosiones… pero lo que de verdad queremos saber es cómo sale de ellos el protagonista: "Sin el personaje, la trama no es más que luz y sonido".
La cuestión dramática
¿Quién es esta persona en realidad? La trama pone frente al protagonista un desafío y le obliga a elegir mostrando su verdadero ser.
Cada vez que aparezca esta pregunta en la narración, los lectores o espectadores se implicarán en la historia.
La respuesta debe tener una explicación, una motivación.
Querer y necesitar
Robert McKee: "Los personajes más memorables y fascinantes suelen tener deseos tanto conscientes como inconscientes". Aquí se genera una contradicción: lo que él cree que quiere es la antítesis de lo que necesita.
Los diálogos
La capacidad de síntesis es lo que logra que un diálogo nos atrape. La fuerza de los mejores diálogos está en la densidad de información narrativa que encierran, como si toda la historia estuviera empaquetada en tan solo unas pocas palabras.
Características de un buen diálogo:
Ser dinámico.
Tener un objetivo.
Emanar personalidad y un punto de vista propio.
Operar en el consciente y en el subconsciente.
Las emociones
Son algo arraigado al humano. No nos podemos desprender de ellas. Junto a las emociones como algo intrínseco, el ser humano tiene una necesidad de contar historias sobre los demás, una tendencia al cotilleo, eso atrae.
También atraen las injusticias, provoca indignación moral y que el lector se solidarice con el protagonista y su causa.
Otros focos de interés son el estatus; la búsqueda y lucha por ser mejor que el otro; generar rivalidad; las dicotomías entre lealtad y tradición; la estrategia e intriga; la intimidación, el asesinato y la guerra.
Estamos programados para sentirnos maltratados por el poderoso y para sentir inquina hacia él. Empatizamos mejor con el humilde y no tanto con las personas de mayor estatus.
El comportamiento heroico
Pensemos en las HISTORIAS PARA MANTENER UNIDO AL GRUPO ALREDEDOR DE UNA HOGUERA. Se pone en valor a un héroe de comportamiento ejemplar, hay también cobardes y villanos que despiertan la indignación, hay castigos… Ese relato se convierte en la propia tribu y funciona y enseña cómo comportarse adecuadamente con los demás. Algunos de los relatos más antigyuos de la humanidad son transmisores de dichas normas, como por ejemplo El Cid, pone al público contra los infantes de Carrión y se ve justo el castigo hacia ellos. También se genera odio y asco hacia un enemigo común, lo hicieron los nazis en su propaganda.
El antihéroe
Son también potentes los personajes con defectos, pero que también hacen ponernos de su parte. Terminan con su castigo o humillación. El Lazarillo termina casado con una mujer que parece serle infiel.
El daño de origen
En 1600, Shakespeare introduce "el avance crucial". Elimina de la trama una información concreta sobre el personaje. Deja de explicar las causas de las conductas de los personajes para despertar la curiosidad del lector.
Para que un autor pueda plasmar grandes personajes en sus páginas, lo primero que tiene que hacer es construirlos claramente en su imaginación y para eso los tiene que definir con precisión.
Alcanzar objetivos
Para que las historias transcurran con éxito, es fundamental que no soportemos pasivamente el caos que estalla a nuestro alrededor. Debemos poner voluntad y esfuerzo por alcanzar una meta.
La trama de toda narración debe incluir la consecución de unos objetivos para que sea emocionante y contenga momentos de tensión cuando el protagonista persigue su objetivo, nos ponemos en su piel. La búsqueda de ese objetivo es lo que alimenta la vida y la trama.
La función tradicional de la trama es conspirar contra el protagonista. Lo habitual es hacerlo mediante tramas episódicas, es decir, una sucesión de acontecimientos que permiten al protagonista cambiar.
Como fórmulas para seguir la trama tenemos El viaje del héroe de J. Campbell.
Austin Madison de Pixar propone: un protagonista que tiene un objetivo y vive en un mundo establecido. Tiene un desafío que le obliga a participar en secuencia de acontecimientos causa-efecto hasta clímax con triunfo del bien sobre el mal y moraleja.
Christopher Booker habla de siete tramas recurrentes en narrativa:
Vencer a un monstruo
La búsqueda
Renacimiento
De trapos a riquezas
Viaje y regreso
Comedia
Tragedia
Cada trama, tendría 5 actos:
Llamada a la acción
Ensueño, todo va bien.
Frustración, cambia la suerte.
Descenso a conflicto de pesadilla.
Resolución: el héroe logra el equilibrio perfecto.
Se trata de ir generando cambios. John Yorke habla de que exista un momento trascendental a medio camino.
Asimismo, tenemos la historia clásica de cinco actos con final feliz:
Este soy yo y no me van bien las cosas. Detonante dramático.
¿Tengo otras opciones?
Sí las hay, he cambiado por completo. La tensión toma el poder.
¿Pero podré soportar el dolor que me produce el cambio? El protagonista cae al punto más bajo: el caos.
¿Quién voy a ser a partir de ahora? Aumenta la tensión, batalla final, se derrota al caos, vida y persona mejores.
La batalla final
No tiene por qué ser agresiva ni grandiosa, pero es lo que conduce al cambio.
¿Cuál es la fuerza de las historias?
La fuerza de las historias está en la identificación. Nos ponemos en la piel del otro, parecido o no a nosotros. Nos genera emoción y un valor. Conectamos con otros y nos muestra que no estamos solos.
La fórmula de planificar las historias
Lo ideal es partir siempre del personaje principal.
Otras posibilidades estarían basadas en el contexto: qué pasaría sí…
Pero siempre requieren un protagonista lejos de clichés que muestra:
El defecto sagrado.
Cuándo se origina el defecto: "Un escritor no es el lector o el espectador de su historia, es su Dios, y necesita conocer a sus personajes como lo haría un creador que todo lo ve y todo lo sabe". Debe convertir el defecto y el daño original en una persona y en una vida.
Fijarle objetivos.
Hay que decidir el punto de vista y situarlo en un mundo característicos. Se debe ser específico, muy preciso.
El acontecimiento que da origen a la narración
Supondrá un desafío aplastante para el defecto sagrado del protagonista. Pueden ser:
- Una oportunidad
- Un complot o una conspiración
- Un viaje o búsqueda
- Una investigación
- Un malentendido
- Una revelación
- Un ascenso o descenso de categoría
- Una acusación
- Una tarea onerosa
- Un descubrimiento
- Un rescate
- Un ajuste de cuentas
- Un reto
- Una injusticia
- Una fuga
- Un ataque de enemigos
- Una tentación
- Una traición
Y a partir de ello, a seguir la trama, con libertad, aunque con la posibilidad de seguir estructuras prefijadas.